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Deby Beard

Una tarde mágica en la pista de hielo del Four Seasons Ciudad de México



El invierno en la Ciudad de México tiene un encanto especial: cielos despejados y un aire fresco que invita a buscar momentos acogedores, aquellos que nos envuelven con calidez y nos permiten crear recuerdos inolvidables. Este año, el Four Seasons Ciudad de México nos sorprendió con un regalo inesperado: una pista de hielo en el corazón de su patio central, donde el lujo se encuentra con la alegría simple de la temporada.


Desde el momento en que cruzamos las puertas del hotel, sentimos cómo el bullicio de la ciudad quedaba atrás. En su lugar, nos recibió un escenario que parecía salido de un cuento invernal: luces titilantes, árboles adornados y el sonido suave de patines deslizándose sobre el hielo. La pista, rodeada de elegancia y verdor, nos transportó a otra latitud, como si por un instante la Ciudad de México se hubiera convertido en una pequeña villa navideña europea.


Nos atamos los patines, riendo entre nosotros mientras intentábamos encontrar el equilibrio. La pista, hecha con materiales ecológicos, desliza suavemente y nos permite entregarnos por completo a la experiencia. Patinamos despacio al principio, pero pronto la música de fondo –clásicos invernales y notas contemporáneas– nos contagió, y nos encontramos girando, tomados de las manos, olvidando el tiempo.


Alrededor, otras familias y parejas compartían la misma alegría: niños que daban sus primeros pasos sobre el hielo, amigos que estallaban en carcajadas tras una caída, y nosotros, redescubriendo el placer de algo tan sencillo como deslizarse y dejarse llevar.

La tarde no estaría completa sin detenernos a disfrutar de las delicias que el Four Seasons había preparado especialmente para la ocasión. El aroma del chocolate caliente nos guio a un rincón donde el vapor y las risas se mezclaban en el aire. Lo tomamos entre las manos, acompañado de galletas recién horneadas que crujían al primer bocado. El frío ya no importaba: estábamos envueltos en una burbuja de dulzura.



Durante el evento, tuvimos también un pequeño vistazo a otro rincón invernal de ensueño: Four Seasons Whistler, uno de los destinos más icónicos de la marca. Situado en las majestuosas montañas de la Columbia Británica, Whistler es sinónimo de aventura, paisajes nevados y hospitalidad impecable. Allí, la temporada invernal se vive en su máxima expresión: esquí de clase mundial, fogatas bajo las estrellas y momentos que capturan la verdadera esencia de la montaña. Esta noticia nos hizo soñar con próximos viajes, imaginando cómo sería intercambiar nuestros patines por esquís y disfrutar de un invierno en su forma más pura.


Mientras el sol comenzaba a ocultarse, las luces de la pista brillaron con mayor intensidad, y el patio se transformó en un pequeño universo de magia. Miramos a nuestro alrededor y sentimos que estábamos siendo parte de algo especial: una tradición nueva, pero que se siente tan cálida y familiar como una manta en invierno.

El Four Seasons Ciudad de México logró recordarnos que, incluso en una metrópolis tan vibrante, hay espacios donde el tiempo se detiene. Salimos con el corazón lleno, los rostros sonrojados por el frío y una promesa silenciosa: volver el próximo invierno para deslizarnos, una vez más, en esta pista que nos devolvió la alegría simple de la temporada.



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