Tony’s Bistro: Una Noche de Alta Cocina y Encanto en Acapulco
- Deby Beard
- 3 days ago
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Acapulco nos recibe con su bahía iluminada y el aire tibio de la costa. Desde las alturas, la ciudad se despliega ante nuestros ojos como un tapiz de luces reflejadas en el océano. En lo alto de las colinas, encontramos un rincón donde el tiempo parece detenerse y cada detalle ha sido pensado para el disfrute: Tony’s Bistro.
Subimos por las carreteras sinuosas que nos alejan del bullicio y nos conducen a este espacio de elegancia y calma. La entrada discreta nos invita a cruzar el umbral hacia un ambiente acogedor, donde la iluminación tenue y las obras de arte en las paredes crean una atmósfera íntima. Nos dejamos envolver por la calidez del lugar, por la vista panorámica de la bahía y por la sensación de que aquí todo está dispuesto para deleitar los sentidos.
Nos dejamos llevar por la cocina del chef Erik Nguyen, cuya trayectoria internacional se traduce en platos que combinan técnica y emoción. La carta nos guía por un recorrido de sabores donde la tradición francesa se encuentra con ingredientes exquisitos y un toque de creatividad.

Comenzamos con los escargots, bañados en mantequilla de ajo y hierbas. El aroma nos envuelve antes del primer bocado, y la textura suave se funde con la intensidad de la salsa. Saboreamos el atún con foie gras, una combinación inesperada y armoniosa en la que la untuosidad del foie realza la frescura del pescado. Entre copa y copa, llega la hamburguesa, jugosa y perfectamente ejecutada, con un pan esponjoso y crujiente a la vez, acompañada de papas doradas que completan la experiencia con un toque reconfortante.
Elegimos cada copa con la misma curiosidad con la que exploramos los sabores del menú. Un tinto elegante resalta las notas profundas del foie, mientras que un blanco estructurado realza la untuosidad de los escargots. En la barra, la mixología sorprende con creaciones equilibradas, como un cóctel de Condesa Gin que envuelve el paladar con notas botánicas y cítricas.
Conversamos, reímos y nos dejamos llevar por el ambiente. Las horas transcurren sin prisa mientras la vista de la bahía nos acompaña, reflejando la magia de la noche. Cada platillo, cada copa y cada detalle nos recuerdan que Acapulco sigue siendo un destino donde el placer se encuentra en cada instante.
Al final de la velada, con la ciudad titilando en la distancia, nos llevamos el recuerdo de una cena que quedará grabada en la memoria. Brindamos una última vez, disfrutando la certeza de haber encontrado un rincón donde la gastronomía y la belleza caminan de la mano.

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