Con ADN Parisino y alma auténticamente latina, Sofitel Barú Calablanca Beach Resort es el resultado de la unión de dos mundos. Este fascinante complejo hotelero logra equilibrar el diseño arquitectónico con la naturaleza, apostando por la sostenibilidad ambiental. Aquí, cada instante es mágico.
Desde mi llegada a la costa de Barú a travesando las turquesas aguas del Mar Caribe en barco comencé a deslumbrar a la distancia el resort, jugando con los tonos y colores de la naturaleza que lo rodea. Adentrándome en esta joya arquitectónica, mi aliento fue robado por la impactante belleza, el arte, el diseño y un estilo único que nos inspira a dejarnos llevar por el arte de vivir tan icónico de la marca Sofitel.
Mi estancia en el paraíso fue un deleite sensorial. En los diferentes restaurantes de Sofitel Barú Calablanca Beach Resort se viven experiencias gastronómicas singulares y originales. Disfruté de los frescos sabores de ingredientes locales regional Fish Market del restaurante La Bahía, una creación del Chef Ejecutivo Patrick Guaus ubicada en la playa con una exclusiva parrilla de cocción lenta. Aquí deliciosos platillos combinan a la perfección con cócteles caribeños e integran elementos Colombianos con sofisticación francesa.
Al caer la noche me dirigía a un restaurante cuyo nombre nos hace agua en la boca… El restaurante y bar Humo, solo para cenas, tiene un concepto de parrilla robata inspirado en la cocina japonesa, china, tailandesa, francesa y peruana. Los aromas de la parrilla acompañan al ambiente sofisticado e internacional de Humo, donde me deleité en manjares como espectaculares nigiris, tuétano con tomates deshidratados y el visualmente hermoso bonsái de chocolate.
Las puestas de sol más espectaculares de Barú pueden ser vislumbradas desde el bar en la azotea del hotel llamado La Pérgola, donde originales cocteles maridan a la perfección con el canto de gaviotas y los cambiantes colores del cielo.
En Sofitel Barú Calablanca viví días de sol, arena y descubrimiento. Desde una aventura de snorkel por coloridos corales, repletos de vida marina, a unos minutos del hotel, o una increíble buceada entre barcos hundidos y esculturas sumergidas, los deleites del destino se encuentran por debajo y por encima de las olas.
Horas de relajamiento total nos esperan en su excelente spa o en las terrazas de las espaciosas y preciosas suites. En la mía me dejé apapachar por una experiencia singular: un desayuno flotante, completo y delicioso, en mi propio jacuzzi, donde brinde con unas ricas burbujas por la vida.
Cada uno de los espacios del hotel combina el encanto, la sofisticación y el refinamiento del estilo francés con la genuina hospitalidad y cultura caribeña en un entorno natural y biodiverso donde la diversión y la relajación no tienen límites. Todos estos elementos se han sumado a las últimas tendencias mundiales que han definido la forma de vivir y disfrutar de un hotel de playa.
Con una propuesta de valor inspirada en experiencias que conectarán hospitalidad, cultura y biodiversidad en un solo lugar, convirtiéndose en el primer resort de playa de lujo en el país, este paraíso terrenal es el resultado de la visión de un grupo de inversionistas colombianos que vieron a Barú como un lugar para promover el turismo de lujo en los mercados internacionales. Ellos son Grupo Argos, el propietario de la tierra y socio de desarrollo; Arquitectura y Concreto, gerente y constructora; y el vehículo de inversión inmobiliaria más grande de Colombia, Pei. El hotel es operado por Accor y el resultado es un lugar como ningún otro.
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