Decía Luis Fernando Olaverri que, “El vino es la única obra de arte que puedes beber”.
Los grandes vinos están compuestos de mucho más que uvas: de pasión, amor y dedicación. Así son los vinos de Luigi Bosca, producto de cuatro generaciones dedicadas al vino.
Luigi Bosca es una de las bodegas más premiadas de Argentina y pertenece desde su orígenes a la familia Arizu, pioneros en el concepto de bodegas de puertas abiertas para recibir a visitantes y amantes del vino. Arizu es una palabra vasca que significa robledal, y si algo caracteriza a esta familia es lo que solemos expresar como el que es de buena madera, además de ser imponente y fuerte como el roble, el árbol del que están hechas las barricas para sus vinos.
La bodega siempre ha trabajado con la filosofía de buscar el mejor terroir para cada cepa. El terroir es un espacio limitado, donde las condiciones físicas y químicas del suelo, la situación geográfica y el clima permiten obtener productos específicos y diferenciados. Influyen aquí factores como altitud, orientación de las plantas, pendientes, distribución de la caída de lluvia y cantidad de horas de luz solar, entre otros. Buscando respetar al máximo el terroir,Bodega Luigi Bosca decidió adoptar algunos de los principios más beneficiosos del sistema de cultivo biodinámico, basado en una filosofía de trabajo que trata de potenciar a la planta para fortalecerla y que se defienda por sí misma.
Los vinos de Luigi Bosca nos remiten a los colores de la tierra y los viñedos en los que se inicia su historia. En el Luigi Bosca Malbec resalta el dulzor de sus taninos, el rojo intenso y sus aromas definidos de frutos rojos, especias y pimienta negra, que maridan perfecto con quesos duros y con carnes rojas asadas o a la parrilla. Pero el Luigi Bosca Malbec Terroir, aunque creado con la misma uva, es un vino de un violeta profundo y que recuerda frutas negras, higo y membrillo, con especias y notas florales; su potencia es resultado de la selección de vides de diez años de edad, potencializando su sabor durante la crianza, con un potencial de guarda de hasta 15 años en botella.
La innovación permanente, el espíritu de trabajo y la constante búsqueda por encontrar la máxima expresión del vino argentino, que desde siempre caracterizaron a los Arizu, han hecho que la bodega haya logrado un reconocimiento basado en ofrecer vinos con personalidad y estilo propio, que expresa las mejores características del terroir y representa el estilo de la región, su cultura y su gente.
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