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La Casa de la Playa: Naturaleza y Gastronomía

  • Deby Beard
  • 2 hours ago
  • 2 min read


En la Riviera Maya, donde la selva se funde con el Caribe en una sinfonía de verdes intensos y azules infinitos, emerge un refugio que despierta los sentidos y acaricia el alma: La Casa de la Playa. Este hotel boutique, íntimo y cuidadosamente concebido, ofrece mucho más que una estancia; ofrece una forma distinta de habitar el lujo.


Las 63 suites están diseñadas como extensiones del entorno natural, espacios donde la arquitectura se disuelve en la belleza del paisaje. Piedra, madera, agua y luz dialogan en perfecta armonía. Los ventanales abiertos permiten que el mar entre sin restricciones, llenando cada rincón con su respiro salino y su ritmo pausado. Desde el amanecer hasta la última luz del día, todo está pensado para conectar con la tierra, con el instante y con uno mismo.



La elegancia en La Casa de la Playa no grita; susurra. Hay una sofisticación serena que se percibe en los materiales, en la iluminación, en los aromas. Es un lujo que se lleva bien con la calma, con el silencio, con la contemplación. Aquí, cada gesto está cargado de intención, y cada espacio cuenta una historia profundamente ligada a la esencia mexicana.


La hospitalidad se siente desde el primer instante. Las sonrisas del equipo no son forzadas, sino sinceras. No hay rigidez en el servicio, sino una presencia atenta que acompaña sin interrumpir. El arte de recibir está presente en los pequeños detalles, en la manera en que cada necesidad parece anticiparse antes incluso de expresarse.



Uno de los grandes protagonistas de esta experiencia es la gastronomía. En XAL, el restaurante liderado por el chef Andoni Luis Aduriz, la cocina se convierte en un acto poético. La propuesta, inspirada en la antigua Ruta de Manila, traza un mapa de sabores que cruzan continentes y siglos. Ingredientes asiáticos, europeos y mexicanos se encuentran en el plato, dialogando con sutileza y osadía. Cada comida es un viaje sensorial, una exploración que honra el pasado sin dejar de mirar hacia el futuro.

Caminar por La Casa de la Playa es descubrir rincones que invitan a detenerse: bibliotecas privadas, galerías de arte, piscinas suspendidas entre la selva y el horizonte. El diseño nunca es superficial; siempre tiene un propósito, una emoción detrás.


En este rincón de la Riviera Maya, el tiempo adquiere otro ritmo. Se ralentiza. Se expande. Y en ese espacio entre lo cotidiano y lo extraordinario, La Casa de la Playa deja una huella imborrable, hecha de mar, selva, historia y amor por los detalles.



 
 
 

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