Conformada por los valles de Guadalupe, San Antonio de las Minas, Ojos Negros, Santo Tomás, San Vicente, La Grulla, Tanamá, Las Palmas y San Valentín, Baja California, es una de las regiones más importantes para la producción de grandes vinos en México y en Latinoamérica. En esta también llamada La franja del vino, hay importantes proyectos vinícolas salpicados entre impresionantes paisajes, y que se enriquecen con la calidez de los habitantes y la cultura.
Esta afortunada unión de factores, es la que cautivó a Casa Pedro Domecq, la icónica bodega fundada en 1730 en Jerez de la Frontera, y cuyo nombre no conoce fronteras. Con siglos de calidad y reconocimiento internacional, las etiquetas que nos presenta están respaldadas por la tradición y procesos de vanguardia que nos deleitan con los más finos sabores.
Casa Pedro Domecq se dejó seducir por el clima de Baja California, y eligió al Valle de Guadalupe como escenario para instalar la primera planta de añejamiento en el Estado de México, donde se creó el primer brandy mexicano, el reconocido Brandy Presidente, en 1958, y tan solo dos años después se concretó el proyecto de vino mexicano en el Valle de Guadalupe, con este proyecto, Domecq logró cambiar la percepción del vino mexicano.
Desde entonces, se ha enfocado en impulsar a los vinos, brandy y Spirits mexicanos marcados por un profundo arraigo al terroir y las tradiciones. Éste es precisamente parte del secreto del éxito de sus vinos, en saber aprovechar las cualidades del terroir del valle, y exaltarlo mediante el esfuerzo, el trabajo amoroso y con las innovaciones en sus procesos de producción, de mano de excelentes enólogos.
Como parte de sus más recientes creaciones, nos presenta a su nueva familia de vinos monovarietales: Reserva Real y Reserva Magna, nacidos de la mente creativa del winemaker de Bodegas Domecq, Alberto Verdeja, esta es la primera línea de vinos monovarietales desarrollada después de años de trabajo centrado en la producción de vinos blended.
Se trata de las etiquetas de uva Syrah y Nebbiolo, que transmiten sabores sublimes y experiencias exquisitas. Estos vinos son el reflejo de la distinguida tradición y el legado de esta histórica casa, enriquecidos con el sabor mexicano. Tal como lo expresa Alberto Verdeja, la tierra y la expresión de la fruta están en el centro de cada vino que se trabajó buscando perfección, sencillez y características únicas. Cada uva fue meticulosamente seleccionada, cosechada y cuidada para poder expresar al máximo la peculiaridad que la distingue.
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