Las playas salvajes de Puerto Escondido, las grandes olas y la gente amable, junto con el encanto de Casa Kunda’vi, lo han convertido en un lugar de encuentro en el que la belleza exótica es el común denominador.
Una de las joyas mas brillantes de la costa de México, Puerto Escondido es el escenario de momentos únicos, inolvidables. Casa Kunda’vi es la gema de Puerto Escondido, un destino idílico alejado de los grandes destinos de playa, en el que el ambiente natural es el protagonista.
Haciendo honor a su nombre, Puerto Escondido se encuentra justo entre Roca Blanca y las famosas Mazunte y Zipolite, escondido y protegido de la influencia externa, con lo que ha logrado mantener su esencia indómita y que se siente en cada espacio de Casa Kunda’vi.
La simetría y el equilibrio son los conceptos centrales del diseño y la arquitectura de este paraíso, pues fue construido con elementos naturales como madera de fierrillo y hojas de palma secas, dándole un nuevo significado al concepto de eco-lujo. Su diseño fue pensado para estar en armonía con la naturaleza y para disfrutar de una estancia sin carencias, pues todo lo que se desee se hace realidad dentro del hotel.
Desde las habitaciones, bañadas de sol y de la fresca brisa marina, se escucha la sinfonía de las olas, como una invitación a salir a montarlas en una tabla de surf. Su cocina, al igual que el resto de su filosofía, se basa en exaltar la cultura oaxaqueña y en preservar este edén en la tierra.
Con pesca fresca del día, ingredientes locales frescos y la mejor actitud, los sabores oaxaqueños vibran en los platillos que se preparan, y para acompañarlos, su barman nos consiente con cócteles elaborados con Mezcal Cómplice, el que logra capturar el auténtico sabor y la historia de esta icónica bebida.
Kunda’vi significa amor en mixteco y es justo lo que te brinda este hotel, el amor más puro en un ambiente inspirador. Ubicada en el punto en el que convergen la naturaleza y la modernidad, Casa Kunda’vi es una evocación de la imagen del paraíso.
Más que un hotel, se trata de un refugio de tradiciones, punto de encuentro de sueños y fantasías. Rodeada de un ambiente salvaje y casi virgen, con arena suave, el Océano Pacífico brillando como un espejo, y las aguas prístinas de la Laguna de Manialtepec, la casa es un hotel que nos hace sentir como si estuviéramos en la mansión de nuestros más bellos sueños.
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