Hay cosas que permancen intactas con el paso de los años, demostrando que su grandeza es inmortal. Desde el 1597, el tiempo se ha detenido en Casa Madero, el paso de los siglos ha hecho más grande el renombre mundial de esta vinícola, la primera y la más antigua de toda América.
Los antiguos muros de la hacienda de San Lorenzo, han sido testigos del paso de generaciones llenas de sueños, que con perseverancia se han dedicado a la creación de mezclas maravillosas de vinos, en la actualidad, podemos deleitarnos con ellos al mismo tiempo que nos hacemos parte de la historia.
Tantos siglos de historia han dejado su huella en la propia historia nacional, por lo que la hacienda es un lugar de gran importancia no sólo para los amantes de los vinos sino para toda la población. Los jesuitas fueron los primeros en descubrir la riqueza de Parras para el cultivo de la vid, pero fue en 1893 que Don Evaristo Madero impulsó la producción de los vinos a gran escala. Desde entonces, sus vinos y brandies han sido merecedores de una infinidad de premios internacionales por su excelente calidad.
Dentro de gran extensión hay un edificio que alberga al Museo del Vino, un edificio de adobe con enjarres de cal y arena, donde se exhiben algunos de los utensilios con los que fabricaban los productos de la uva en los tiempos de su fundación, además de que se ofrecen recorridos temáticos que muestran el proceso actual de la fabricación del vino. El museo fue creado para compartir la experiencia en el cultivo de la vid y el proceso de elaboración del vino, desde el cultivo de los viñedos hasta el embotellado.
En el museo podemos ver las bodegas de tipo térmicas, ver el paso de los tanques antiguos de fermentación a los tanques de alta tecnología, roto-fermentadores, remontadores de pistón, alambiques, hasta llegar a la maquinaria actual, así como diferentes tipos de barricas de distintas nacionalidades y tamaños.
Además de los objetos varios que se exhiben, se explican las particularidades de las cepas, la siembra y el cuidado de las vides, el alborozo y la energía de las cosechas, hasta los procesos antiguos y modernos de fermentación y embotellado.
Una excelente temporada del año para visitar la hacienda y el museo es en agosto, por ser el mes en que se celebran las tradicionales fiestas de la vendimia, un momento muy especial por ser cuando se recolecta la uva para la elaboración de los vinos, y que es tan especial que ha merecido sus propias festividades desde la antigüedad.