El mundo se ve y sabe diferente después de que se descubre la Rioja, esa zona de España que para muchos es sinónimo de buenos vinos, pero que para quienes la conocemos, es también historia, gastronomía alucinante, pueblos salidos de un cuento de hadas, y paisajes de belleza espectacular. Son muchos los factores que hace de la Rioja un destino fascinante, pero el hecho de que sea la primera región de España en obtener el nombramiento como Denominación de Origen Calificada, y que sus vinos sean mundialmente famosos, es sin duda, la principal de todas.
Cuando no se ha tenido la dicha de conocerla, basta con destapar una de sus botellas de vino para iniciar el recorrido a través de sus bodegas centenarias. En el momento en que lo probamos, todo se ve diferente, no sólo por los efectos que nos produce el vino en el cuerpo, sino porque tiene un poder casi mágica de transformar una comida en una ocasión irrepetible, o de hacer de la sobremesa un momento idóneo para hablar de anécdotas viajeras, compartir futuros proyectos, y hasta es el medio para conocer a nuevos amigos.
Así son los vinos riojanos, cargados de afectos, de emociones y sensaciones que nos acarician los sentidos y nos llenan el corazón de alegrías. Después de probar los vinos riojanos se descubre que tienen una sincronización natural con los alimentos, en estas fechas de celebraciones, podemos maridarlos con el clásico bacalao riojano, preparado con tomate, cebollas, ajo, pimiento rojo, pimiento verde y aceite de oliva, o con alcachofas, con chuletas, alubias, fabada, hasta con un platillo sencillo que nos guste.
Esa es la magia de los vinos de la DOCa Rioja, que por su versatilidad son aptos para todos los gustos y ocasiones, fáciles de maridar con cualquier carnes rojas y de caza, con cordero y pescados, en guisos y asadas. Su aromas, sus matices y sus notas, permiten que se combinen también con quesos, embutidos y con legumbres. El único límite para maridar a un riojano, es la imaginación.
Ante los vinos riojanos no hay otra opción más que admirarlos y dejarse seducir por sus encantos. Al estar protegidos por la Denominación de Origen Calificada, se garantiza que la demarcación de la zona de producción, las variedades de uva, y las técnicas de elaboración y crianza, cumplen con los mayores controles de calidad y embotellado. Los viñedos riojanos nos conquistan con sus colores cambiantes con el paso de las estaciones, y con el elixir divino que se produce a partir de sus uvas. El máximo reconocimiento que posee la DOCa Rioja es el ser la consentida de los consumidores, que al caer rendidos de amor antes los encantos de sus vinos, sabemos que son muestra de la máxima excelencia.