Los vinos de la D.O.Ca Rioja, tienen la habilidad única de transportarnos al momento y lugar en que se hicieron. Basta con descorchar la botella para que su bouquet nos invada, como si fuese el aroma de los inmensos viñedos que se extienden por el paraje riojano; y al probarlos, la frescura de sus sabores nos hacen imaginar que estamos a las orillas del río Ebro.
El Ebro se alimenta del agua de los ríos que descienden de la cordillera ibérica, y a su paso nutre y fertiliza las tierras de las regiones deRioja: Rioja Alta, Rioja Alavesa y Rioja Oriental, ésta última es la que solía conocerse como Rioja Baja. Cada una de ellas posee climas que son influenciados por los climas mediterráneo y el continental.
Son muchos viñedos los que se extienden hasta perderse en el horizonte, y en combinación con la arquitectura de las bodegas, iglesias, museos, y hasta palacios, crean un ambiente mágico, donde se vive al ritmo del vino. Los colores rojizos, verdes y dorados de los vinos riojanos, nos recuerdan los tonos de sus paisajes, cambiantes con las estaciones, variantes de una vendimia a la otra. En efecto, beber estos vinos es beberse la belleza de la D.O.Ca Rioja a sorbos.
El vino en la Rioja va más allá de ser una bebida, es parte de la identidad local. Hay registros de hace más de dos mil años, en los que se plasma que desde entonces se producían vinos en esta región de España, pero al igual que todo cambia con el paso del tiempo, la producción de los vinos riojanos han evolucionado, desde los días en que el vino era almacenado en los sótanos de monasterios y castillos para protegerlo de los bandidos, hasta el uso de modernos equipos y de tecnología de punta.
Ligados a diversas festividades, son vinos que han fungido como vehículo de identidad social y cultural en la D.O.Ca Rioja, la vida en esta tierra gira en torno al vino, desde las pláticas cotidianas, las actividades económicas, el turismo, los negocios, los paisajes, todo tiene impreso el sello del vino.
A través de su apertura, la D.O.Ca Rioja demuestra que susvinos no sólo se beben sino que se viven: es una tierra en la que la vida de los habitantes, las conversaciones, los negocios y el turismo, gira en torno a la cultura del vino.
Desde 1991, los vinos de Rioja están amparados por la primera Denominación de Origen Calificada de España, y para lograrlo, tuvo que cumplir con estrictas garantías respecto de la calidad y autenticidad, embotellado de origen, demarcación de la zona de producción, el establecimiento de las uvas que pueden ser cultivadas, rendimientos, y técnicas de elaboración y crianza.
Más allá de empaparnos los labios con el sabor de sus uvas, o de sentir su tibieza recorriendo el cuerpo, los vinos riojanos nos invitan a hacer parte de nosotros la historia de la región. Son vinos que complacen, y que son, en resumen, de buena cepa.