Es cierto que el mundo está en constante cambio, pero hay algo que rompe esta ley de la vida: siempre es un placer tomar una copa de buen vino. Quienes amamos tomarlo, sabemos que una copa es más que sólo uvas, sino que en cierta forma se trata de bebermos la gentileza del clima, probar los rayos del sol que acariciaron las uvas, saborear la frescura del viento que meció las vides, y hacer parte de nosotros al terruño del que proviene.
Hay vinos que evocan memorias, como el vino blanco Emmolo, que nos transporta a Napa Valley, donde se produce el vino más famoso de California. En los viñedos de Wagner, las hojas verdes de las parras durante la primavera danzan con el viento, y el clima es apto para el cultivo de las uvas y para la relajación del espíritu.
La familia Wagner aprovechó las condiciones del valle, que varían entre temperaturas frías y templadas, para cultivar uvas con un sabor único y concentrado que le dan a sus vinos su sabor excepcional. Emmolo nos remite a la jovialidad de la juventud y nos llega de frescura, sus notas frutales de melón y de pera coquetean con los toques de limón y de toronja.
La brisa cítrica que deja en nariz y en el paladar se marida con pollo, pavo, pescados y mariscos como cangrejo y langosta, y con comidas más casuales que incluyan vegetales, ensaladas, zucchini y lasaña. Su cuerpo brillante y de final limpio, permite que sea tomado solo para refrescarnos durante una tarde calurosa.
Uno de los atractivos de Emmolo es su potencia aromática en el paladar, bellamente atrapada en una botella con tonos verdes y dorados que nos recuerdan los colores de la primavera. Su tapa de rosca en lugar del corcho tradicional, es un distintivo más de su frescura y juventud. La calidad de los suelos y el clima, han conspirado para que desde 1923 Wagner, Family of Wine, llene el corazón con los sabores de sus vinos.
Otros grandes recuerdos son los que nos da Baja California, no sólo por ser punto de reunión de las ballenas, sino por ser una gran productora de vinos, como el tinto Rolu, que expresa los aromas de tabaco y vainilla del sur, con una mezcla expresiva de ciruelas, cuero, vainilla, trufas y hierbas, muy apropiado para maridar con los sabores profundos de la comida mexicana. La añada 2012 es un ensamble de uvas tintas Tempranillo, Nebbiolo y Syrah, cosechadas de diferentes viñedos ubicados en el valle de San Vicente en Baja California.
San Vicente es una región más fresca que el valle de Guadalupe, pero lo suficientemente cálida para madurar las uvas adecuadamente, lo que causa que la piel de la uva se haga gruesa y le dé al vino un hermoso color rubí profundo. Sus capas de expresivos sabores frutales ricos y a bayas, cerezas y mermelada de ciruela, desembocan en un final sensual, redondo y tan persistente como el deseo de esperar a que llegue el momento de tomar otra copa de vino.