El apego que a lo largo de los siglos la humanidad ha sentido hacia los vinos, es por supuesto por la hilaridad que genera, el cosquilleo en el cuerpo y especialmente por su parecido con las personas. Cada vino tiene su propia personalidad y sus propias características, que se expresan a través de nuestros sentidos.
Por ello para apreciarlos hay que entenderlos, saber que su particularidad es una danza de factores y variables, como las variedades de la uva con la que se elaboran, las características del terruño en que se cosechan, como el tipo de tierra, altura, así como las técnicas de su cultivo y el procesamiento de las uvas para la producción del vino.
En Europa los mejores vinos son reconocidos por su denominación de origen, que sirve para designar y proteger a una zona geográfica específica que define las características de los productos de la misma, siendo la Denominación de Origen Calificada D.O.Ca la más importante en la categoría y la que orgullosamente representa a los vinos riojanos. Esta exclusiva denominación le ha valido a Rioja ser la más famosa y la de mayor crecimiento en España, convirtiéndolos en los predilectos en el país con un 36% de consumo total, además de vender más de 400 millones de botellas al año en todo el mundo.
Aunque sus vinos crianza son los que encabezan las ventas, seguidos por los reserva y los gran reserva, además de que los vinos blancos también han aumentado sus ventas tanto por el cambio en los gustos de los consumidores y a las atinadas estrategias de la D.O. Ca. Rioja para renovarse.
Así como una persona requiere del ambiente que le rodea para desarrollarse, los vinos necesitan de cuidados. Un factor fundamental es la temperatura, pues los cambios bruscos afectan sus propiedades. Aunque no se posea una cava para almacenarlos, es importante guardarlos en lugares donde la temperatura se mantenga constante, el segundo punto es la copa en la que es servido el vino, las copas Riedel son las mejores ( las únicas…) que hacen surgir los aromas y la personalidad del vino degustado.
Al momento de servirlos, la temperatura vuelve a convertirse en un factor clave para el disfrute del vino o para llevarnos una impresión errónea de su verdadero aroma y sabor. Lo correcto y más elegante es colocar la botella en una cubeta con hielo, agua y una pizca de sal; contrario a la práctica de meterlo en el congelador pues exponerlo a un frío tan intenso es otro factor que lo daña.
Los vinos riojanos son la expresión máxima de la fineza y la elegancia, vinos que son bien producidos y bien cuidados, características que conspiran en la creciente cultura del buen beber.