Ubicada en la localidad de El Bullaque, en Ciudad Real, España, se encuentra una finca de 1,500 ha, de las cuales 29 pertenecen al viñedo propio de la bodega Pago de Villagarcía, que corre a cargo del empresario Alfonso Cortina, bajo la dirección de Richard Smart, conocido como el doctor de las viñas. De diseño arquitectónico moderno y funcional, con líneas rectas y geométricas, el edificio de esta bodega se integra perfectamente en las estribaciones de los Montes de Toledo. La propiedad se ubica en una enorme extensión de terreno entre la fosa del Tajo y la depresión del Guadiana, muy cerca del Parque Nacional de Cabañeros. La bodega cuenta con una excelente distribución de sus instalaciones de gran funcionalidad, con entradas independientes para vendimia, materias primas y almacén de expedición. Su estilo es minimalista en el interior y otorga una agradable calidez en una amplia e iluminada sala de catas presidida por la escultura del caballo que inspira las etiquetas.
En el año 1999, Alfonso Cortina, con la ayuda de su amigo y precursor de los grandes vinos de la región, Carlos Falcó, marqués de Griñón, plantó un viñedo de las variedades foráneas Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Cabernet Franc y Petit Verdot, y la blanca de origen francés Viongier.
Además contaron con la asesoría del profesor australiano Richard Smart para desarrollar una viticultura moderna y de calidad al implementar complejos sistemas de conducción de viñedos, alta tecnología en el control de estrés de las plantas para su máximo control del riego (cuentan con un par de pequeños lagos y varios pozos que están conectados a una balsa en la que se recoge el agua para alimentar el sistema de riego por goteo), y el seguimiento del ingeniero agrónomo Adolfo Hornos, quien está encargado de la viticultura desde junio de 2001. Los vinos están elaborados por el enólogo Ignacio de Miguel, uno de los más viajeros de los 'driving winemakers' hispanos. Como podemos ver, el Pago de Vallegarcía ha contado con un gran trabajo en quipo con el que ha logrado sacar el mayor partido de estas viñas que, pese a su juventud, dieron unas primeras botellas de gran calidad. Entre los vinos que comercializan está el Vallegarcía Viognier blanco fermentado parcialmente en barrica de roble francés. También los tintos Vallegarcía Syrah y Vallegarcía Cabernet Sauvignon Merlot, catalogados como vinos sabrosos y frutales. En sólo dos años, la cosecha 2001 ha dado sus frutos, y son considerados de alta calidad a pesar de la juventud del viñedo. De estos vinos de barrica de roble francés, el 80% es para consumo nacional y el 20% para exportación.